La Casa Mínima de Buenos Aires, la historia de una joyita de San Telmo
Aunque no lo puedas creer, en Buenos Aires hay una Casa Mínima, y su nombre hace honor a sus medidas: se trata de una pequeña casita de 2,5 de ancho por 13 de profundidad, que suele estar rodeada de turistas y locales, por toda la curiosidad que despierta. ¿Será que alguien pudo realmente vivir en semejante diminutez? Creer o reventar.
Lo mejor, en cualquier caso, es develar el misterio que se esconde su historia. Sus muros son testigos de la larga historia de cambios de opinión sobre su uso. Y lo primero que tenés que saber es que La Casa Mínima, con sus 2,50 metros de frente, fue una vivienda de la segunda década del siglo XIX.
Los porteños la llamamos así, porque la consideramos la casa más angosta de la Ciudad -aunque hay otras también muy angostas-. Fue gracias a su fama que se ganó el título oficial, en medio de la traza urbana de una indescifrable Buenos Aires.
Su balcón, en el primer piso, tiene barrotes de hierro parece pintado. La fachada es sencilla, tiene una puerta de dos hojas, pero completa una postal perfecta y bien pintoresca, que nadie quiere perder en Buenos Aires. Mantiene materiales originales de principio de siglo XVIII, paredes de barro cocido y podemos observar vestigios de un viejo revoque.
Del mito a la historia
Remontándonos a los orígenes, obligadamente tenemos que viajar a la época de amos y señores. Por aquella etapa, a mediados de siglo XVII, ingresaron al actual territorio nacional cerca de 5.600 negros. Adquirir muchos esclavos implicaba riqueza, status social y un nivel suficientemente elevado como para dedicarse a tareas dignas de servidumbre.
Los hombres esclavos debían realizar oficios manuales cuyo rédito era beneficio de los amos. En cambio, las mujeres se dedicaban a tareas domésticas y en las plazas o a la salida de las misas ofrecían empanadas y frituras elaboradas por las señoras para las que trabajaban. En algunos algunos casos llegaban a adoptar sus apellidos. ¿Se lo imaginaban?
Así las cosas, el hecho es que en 1812, el Triunvirato decretó la prohibición de venta de esclavos en las Provincias Unidas del Río de La Plata. Esto se debió, entre otras cosas, a que en 1806 y 1807, durante las Invasiones Inglesas, los esclavos se habían organizado en el “Cuerpo de Negros Esclavos”, armados con dardos y cuchillos, para enfrentar a los británicos.
Al tiempo, la Asamblea del año XIII decretó la libertad de vientres. Es decir, serían libres todos los hijos de esclavos que nacieran a partir de entonces. Finalmente, la Constitución de 1853 aboliría por completo la esclavitud, sin que ningún amo pudiera reclamar el pago de sus esclavos.
La cuestión es que, en la realidad estos decretos no se respetaban. Y muchos señores, para mantener sus esclavos, terminaban colaborando en algua medida con ellos. ¿Cómo? Cedían, por ejemplo, un reducido espacio dentro de su propiedad para que levantaran su vivienda.
De allí el mito que afirma que la Casa Mínima, surgió a partir de que un amo le otorgó ese reducido espacio a un esclavo.Porque este tipo de casas eran para los esclavos libertos, a quienes sus amos les asignaban un pequeño espacio para levantar sus viviendas, contiguo a su propiedad. La versión circuló con fuerza durante largo tiempo por las calles del barrio y se extendió durante años a toda la ciudad. De ahí que por mucho tiempo se la llamó entre los porteños Casa del esclavo liberto.
La teoría que niega el mito
Según algunos prestigiosos historiadores, la realidad fue otra. Y aunque la casa pudo haber sido de un esclavo, no lo sabemos. Tal es así que el arquitecto José María Peña, director del Museo de la Ciudad, investigó el catastro porteño de 1860 y dio con quien fuera propietario del predio donde hoy se halla la Casa Mínima. La sorpresa: el terreno pertenecía a un pariente homónimo de él mismo. Increíble. El Dr. José María Peña, quien -durante el siglo XIX- se encargó de subdividir la propiedad; quedando la mítica casa como un espacio residual de su propiedad original.
En sí, la Casa Mínima, según esta teoría, nunca habría sido utilizada como casa de vivienda en sí misma. Aunque los mitos que la merodean continuan. La casa del Pasaje San Lorenzo -la única de este tipo que queda en Buenos Aires- es un espacio residual que quedó luego de las sucesivas reformas de edificación que sufrió la manzana.
La cuestión es que más allá del mito, su historia está íntimamente relacionada con el barrio de San Telmo, que la aloja, y con un pedazo de la historia porteña.
Te puedo asegurar que las calles que la rodean no tienen desperdicio. San Telmo es el barrio más antiguo y bohemio de Buenos Aires (mi preferido) y te comparto también una nota de sus galerías (muchas de ellas ubicadas en conventillos). Todo lo vas a encontrar en este link.
¿Cómo es por dentro la Casa Mínima?
Los muros exteriores sostienen los techos –no hay muros interiores–. En el centro, un gran patio recupera el de la casona colonial, pero con paredes de vidrio. Así, el edificio puede ser definido como una galería cerrada con vidrios que mira a un patio. Parece un espacio minimalista pero está marcado por las ruinas de la casona original del siglo XVIII.
El muro original, de 60 centímetros de espesor, que da a la calle, todavía exhibe en algún sector sus adobes, porque fue reforzado de forma muy discreta con una estructura de hormigón.
En el patio se alza una pared que todavía sostiene un añejo marco de ventana, en el espacio interior hay alguna columna de ladrillería autoportante. Hay un rincón en donde se pueden ver azulejos del almacén.

En total, hay tres entradas de comunicación, dos tapiadas y una ahora abierta. Quien mire su fachada verá un dintel de madera curva, tal vez el último que quede en Buenos Aires, y un sardinel de ladrillo. El balconcito original, de madera, desapareció y el que existe ahora es del 1900. Hasta partes de las puertas y ventanas son originales y de tiempo inmemorial.
Los baños del nuevo complejo están en un sótano –fue descubierto durante la primera etapa de despeje– cavado a fines del 1800, al que se le agregó una entrada propia lateral, para no cambiar en nada el espacio original. Al que lo visite lo reciben dos mamparas separadoras donde se alzan dos hojas de puertas encontradas. Las barandas de la escalera al sótano son del siglo 19.
Sus dueños la restauraron con muchísimo cuidado y dedicación porque conocen su valor histórico.
Dónde queda la Casa Mínima
Está ubicada en el Pasaje San Lorenzo 380, en el barrio de San Telmo.
La casa forma parte del Complejo El Zanjón, una de las obras arqueológicas más importantes de Buenos Aires descubierto a mediados de la década del 80. Se trata de un sistema de túneles debajo de la manzana donde se pueden ver los restos de uno de los arroyos que desembocaban en el Río de la Plata, el Zanjón de Granados.